CAPÍTULO
11: LA RESOLUCIÓN DE BILL
Han pasado varios días
desde que los miembros de los Phantom dejaron la ciudad del Sol y partieron con
sus respectivos maestros para aprender una forma de combatir a los Draktian.
Bill se había quedado con el archimago Arcan, prestando mucha atención a sus
enseñanzas y almacenando todo el conocimiento que pudiera ser útil en su
prodigioso cerebro.
Sin embargo, algo rondaba
en la cabeza de Bill y le impedía concentrarse totalmente en los consejos del
archimago. Necesitaba encontrar la respuesta a cualquier precio. Es lo que le
prometió a los Phantom.
Durante el día se dedicaba
a escuchar las clases magistrales de Arcan y visitaban la ciudad para ver como
entrenaban los otros magos y como la magia había simplificado la vida de los
habitantes de la ciudad del Sol y de todo Endalar. Era realmente impresionante
ver a las personas utilizando el poder de viento para secar sus ropas o creando
llamas para cocinar.
Por la noche, en lugar de
dormir, Bill se iba a leer libros a la biblioteca y pasaba largas horas
aprendiendo sobre la historia de la magia y Endalar. Aunque Bill pareciese una
persona irrelevante en un grupo de guerreros de élite como los Phantom, lo cierto es que
era el cerebro del grupo. Los Phantom jamás habían fallado una misión gracias a
las capacidades de Bill para prever todo tipo de situaciones e imprevistos. Él
movía los hilos desde las sombras, mientras que los Phantom actuaban siguiendo sus instrucciones al detalle en
la luz.
En menos de 24 horas había
sido capaz de aprender a leer el idioma de Endalar descifrando el significado
detrás de los símbolos, lo que le permitió poder dedicar gran parte de su tiempo
a buscar información sobre los Draktian, aunque no hubo suerte.
El resto de tiempo libre
que tenía lo dedicaba a buscar posibles rutas de escape de la ciudad sin que
Arcan ni ninguno de los magos lo supieran. Si la información que buscaba no se
encontraba en la ciudad del Sol, es posible que Belazar tuviera la respuesta.
Tenía que ir a las tierras del nigromante y preguntárselo directamente.
Arcan: Ya llevas varios
días estudiando conmigo. ¿Qué te parece el mundo de la magia?
Bill: Sin duda alguna es un
mundo fascinante, pero no es para mí. Demasiadas variables a considerar a la
hora de planear una estrategia. Me llama la atención el sistema de vuestra
ciudad, todo se mantiene con magia. ¿No habéis pensado qué pasaría si de
repente no pudierais usarla?
Arcan: El maná de nuestros
cuerpos se retroalimenta infinitamente, la situación que planteas es
improbable, por no decir imposible. En vuestro mundo seguro que os encontráis
en la misma situación, ¿me equivoco?
Bill: En absoluto.
Dependemos de las energías fósiles mayoritariamente. Sin embargo, somos
conscientes de sus límites y esa consciencia nos permite investigar e innovar
para obtener nuevas formas de energía. En Endalar no tenéis esa consciencia, y
creo que es un error.
Arcan: Eres interesante,
joven Bill. Tu sabiduría y conocimientos podrían estar a la par con los de los
magos. Si no fueras un Efhirn, podrías haber llegado a ser uno de los mejores
magos de Endalar.
Bill: Como ya he dicho,
este mundo no es para mí. Además... es curioso cómo te refieres a la superficie
como otro mundo cuando en realidad somos del mismo planeta. Ese error se me ha
pegado gracias a ti, archimago. -Dijo sonriendo.
Arcan se rió y invitó a
Bill a que lo acompañará hacía una sala de entrenamiento para que viera a los
mejores magos en acción.
Arcan: Esta sala ha sido
creada con maná y forma parte de otra dimensión. Mientras estas en ella, no
sentirás agotamiento ni dolor, es el lugar perfecto para que los magos de élite
de la ciudad del Sol practiquen sus conjuros más poderosos y creen otros nuevos.
Creo que puede ser una buena experiencia para ti.
Bill: Veré que puedo
aprender.
El poder de los magos de
élite parecía no conocer límites. Capaces de invocar grandes muros de llamas,
provocar terremotos o abrir fisuras en el espacio tiempo, eran unas personas
que nadie querría tener como enemigos. Mientras algunos practicaban esos
hechizos poderosos, otros magos estaban sentados con libros y dibujando
circulos de magia que ayudarían a crear nuevos hechizos.
Uno de ellos, termino el
círculo mágico y lo dibujó en el suelo de la sala. Acto seguido empezó a
conjurar palabras de poder que iban siendo absorbidas por el círculo. Primero
fuego, luego espacio, a continuación vida, luego agua y finalmente tierra,
trueno y velocidad. El mago se puso en el centro del círculo y invocó un
espíritu de dimensión colosal que obedecía sus órdenes. Sin embargo, no tardó
en descontrolarse y tuvieron que desinvocarlo.
Arcan: Algo ha salido mal
en ese hechizo. Tal vez faltaban más combinaciones de magia. Sin embargo, mis
estudiantes no se rinden. Siguen estudiando día tras día para lograr nuevos
hechizos y avanzar en la senda del conocimiento. Ese es nuestro camino. ¿Tienes
claro cuál es tu camino, joven Bill?
Bill: Mi camino no difiere
mucho del vuestro. Mi meta es el conocimiento, saciar mis ansías de aprender y
alcanzar un mayor grado de sabiduría. Pero los Draktian se interponen en mi
camino, así que primero debo encontrar la manera de derrotarlos para seguir
avanzando. Como puedes ver, yo tampoco me rindo, Arcan.
Arcan: ¡Eso es lo que
quería oír! -Dijo riendo a carcajadas.
Mientras estaban en la sala
de entrenamiento se hizo de noche y Arcan se fue a dormir. Bill había estado
estudiando los movimientos de los guardias nocturnos y consideró que el momento
perfecto para realizar su huida era esta noche.
Bill: Ahora que he visto el
potencial de los magos de élite, tengo aun mas sospechas que antes. Debo
comprobar si mi teoría es cierta y el único que puede ayudarme ahora mismo es
el nigromante Belazar. Es hora de hacerle una visita.
Bill cogió la mochila que
previamente había preparado con algunos víveres y el mapa hacía las tierras del
nigromante y emprendió su camino para esclarecer sus dudas. Como ya se conocía
el camino de la primera vez que fueron allí, el viaje se hizo más corto y
placentero que la vez anterior. Sin embargo, caminar de noche exigía extremar
las precauciones por las criaturas nocturnas de Endalar.
No fue un problema para
Bill escoger la ruta más segura y óptima de todas puesto que llevaba días
observando los movimientos de las criaturas y el camino más eficiente para
llegar a las tierras de Belazar. Tras unas cuatro horas de viaje a buen ritmo,
llegó a su destino.
Recordó los problemas que
vivieron al llegar aquí, pero estaba seguro de que no tendría problemas para
llegar a la ciudadela del nigromante, al fin y al cabo, por alguna razón le
había causado una buena impresión la primera vez que vino aquí.
Desde las sombras una voz
resonó por toda la zona.
Belazar: Así que has
venido... sabía que lo harías.
Bill: Perdona que te
moleste a estas horas pero tengo que hablar contigo de algo importante.
Belazar: Así que ya te has
dado cuenta... ¿ya conoces la verdad?
Bill: Creo que me hago una
idea, pero me gustaría que aparecieses para hablar en persona y confirmarlo.
El cuerpo de Bill se elevó
unos metros y se fundió con las sombras y se teletransportó a los aposentos del
nigromante Belazar.
Belazar: He estado
esperando este momento. Hablemos, Efhirn. -Dijo con una maliciosa sonrisa.
Bill: Gracias por esta
bienvenida. Sigo sin acostumbrarme a estos saltos mágicos.
Belazar: Desde el primer
momento que te vi supe que no eras como los demás, no me equivocaba contigo,
Efhirn.
Bill: Me halagas. Sin
embargo he venido aquí en busca de respuestas. Creo que tu puedes dármelas.
¿Quiénes son los Dinsk?
Belazar se empezó a reír.
Belazar: Distinto nombre,
mismo destino. Los Dinsk, las criaturas a las que tu llamas Draktian, cada uno
le pone el nombre que quiere. Vosotros os llamáis humanos, pero nosotros os llamamos
Efhirn. Una etiqueta irrelevante, sin duda.
Bill: ¿De verdad? Pues a mí
me parece que han sabido etiquetar a los Draktian de una forma muy precisa,
casi como si los conocieran... ¿me equivoco?
Belazar: ¿Que te ha dicho
el idiota de Arcan sobre esto?
Bill: Nada. Ni siquiera los
libros en la biblioteca hablan de ello. Pero sigo sin creerme que no sepan
nada.
Belazar: Haces bien en sospechar. Arcan
no te ha contado todo lo que deberías saber.
Bill: Aun hay piezas del
rompecabezas que me faltan, esperaba que tu pudieras dármelas.
Belazar: ¿Así de simple?
Toda información tiene un precio, Efhirn. ¿Qué puedo ganar con ello?
Bill: Podrías vengarte de
aquellos que te despreciaron. Creo que es un buen trato.
Belazar: Por eso me caes
bien. Sabes cómo jugar con los corazones de las personas. Es una pena que yo me
deshiciera del mío hace una eternidad.
Bill: Una eternidad.
Gracias por darme esa pieza. Ahora hay más incógnitas que antes pero se han
aclarado otras.
Belazar: ¡¿Pero serás?!
-Dijo mientras se reía a carcajadas.
Bill: ¿Desde cuando hace que
los magos vivís en este planeta? Aunque para mi 500 años puede parecerme una
eternidad, dudo mucho que para vosotros tenga esa misma consideración.
Belazar: En efecto 500 años
es un suspiro para los magos. Contestaré a esa pregunta, llevamos en este mundo
desde la época de los Dauroni, esos a los que vosotros conocéis como
Dinosaurios.
Bill se llevó la mano a la
barbilla y se quedó pensando sobre su teoria.
Bill: Fascinante. Creo que
eso explica muchas cosas. Como el por qué los Draktian tienen forma humanoide
pero parecen dinosaurios. ¿Verdad, nigromante?
Belazar: Oh, y yo que
quería alargar esta conversación un poco más... eres un hombre directo.
Veamos... por dónde empezar... ¿qué tal si comienzo por el principio?
Bill: Adelante, por favor.
Belazar comenzó a hablar
sobre la historia de los magos y Bill se quedó prestando atención para recoger
la información necesaria para solucionar el rompecabezas.
Hace mucho tiempo,
los seres humanos descubrieron el poder latente en su interior, el maná...
La evolución de los hombres
fue lenta pero sin pausa. No teníamos un idioma, nos limitabamos a pelearnos
entre nosotros por las mejores mujeres y las mejores presas para cazar. Nos
matábamos por una cueva más grande, o simplemente por defender unas fronteras
inexistentes. Creo que esa fue la primera palabra que inventaron los humanos:
frontera.
Limitando el territorio y
apropiándonos de él como si fuera nuestro, empezamos a crecer por separado, en
diferentes tribus y comenzamos a innovar en agricultura y ramaderia. Con el
tiempo, descubrimos el poder del maná de nuestro interior pero no podíamos
dominarlo de manera individual por nosotros mismos.
Podíamos invocar rayos que
creaban fuego al impactar en los arboles pero lo hacíamos sin conocimiento y
control alguno, por lo que muchos de esos intentos acabaron con la muerte de
muchos humanos. Algunas tribus desaparecieron por este motivo, los rayos o el
fuego descontrolados, e incluso en algunos casos el intento de hacer que
lloviera terminaba con un agua llena de impurezas que intoxicaba los alimentos.
Algo terrible, sin duda.
Al ver todo esto, las
tribus acordaron unirse en una sola para dominar y comprender este gran poder.
Esta unión dio pie a una sociedad y a la creación de la primera escuela de magia,
destinada al aprendizaje de estas artes.
Con el tiempo, aprendimos a
dominar este poder y lo empleamos en grandes obras para mejorar la calidad de
vida de todos los seres humanos. Creamos grandes edificios, aceleramos el
crecimiento de los alimentos, incluso aprendimos como utilizar el flujo de maná
para alcanzar la inmortalidad. Todo parecía un cuento de hadas.
Oh, es verdad. Llevo mucho
tiempo hablando de los humanos y me he olvidado de los antagonistas de esta
historia: los Dauroni o como vosotros los llamáis, los dinosaurios.
Los dinosaurios, a
diferencia de los hombres, carecían de inteligencia y se movían puramente por
instinto. Tenían unos patrones de conducta determinados y estaban al margen de
todo lo que sucedía en el mundo humano. Criaturas inocentes, sin duda.
Tras largos años de
evolución y progreso, los humanos cruzaron una peligrosa línea que cambió el
curso de la historia. Sí... todavía lo recuerdo. Todo cambió ese día por las
acciones imprudentes de los humanos.
Nos creíamos capaces de
hacer cualquier cosa. No satisfechos con toda la cantidad de hechizos que
habíamos descubierto, ansiábamos conocer más. Seguíamos creando nuevos conjuros
para explotar al máximo la capacidad de nuestro maná. Pero no comprendíamos el
potencial que podía llegar a tener...
Y entonces llegó el
desastre...
Un archimago realizó el
mayor hechizo conocido hasta la fecha. Combinó las 12 energías de la creación
en un círculo mágico para invocar al gran espíritu del maná, del que se dice
que fue el creador de todo y el ser más poderoso y sabio de todos. Pero ese
archimago fue ingenuo al pensar de que podría realizar semejante hazaña.
En lugar del gran espíritu
del maná, invocó un meteorito de dimensiones colosales que se precipitó sobre
el planeta Tierra. Conmocionado por la enorme piedra incandescente que acabaría
con toda vida en el planeta, decidió utilizar lo que le quedaba de poder para
proteger a los pocos magos que estaban cerca mediante un hechizo de protección
potenciado con el maná de la tierra.
Aproximadamente cincuenta
magos fueron los afortunados que se salvaron de la onda expansiva del
meteorito. Yo fui uno de esos afortunados...
El impacto acabó con toda
la vida en el planeta, y en especial con la vida de los seres que gobernaban la
tierra, el mar y el cielo en aquel momento: los dinosaurios. Esas criaturas
inocentes fueron exterminadas por la insensatez de un joven mago y sus
ambiciones de conocimiento y poder.
Bill: Entonces... los
Draktian son supervivientes del desastre. Era justo lo que pensaba.
Belazar: Es muy probable.
Tras varios siglos sumidos en la más remota oscuridad, la luz del Sol volvió a
penetrar en la atmosfera y iluminó de nuevo la superficie del planeta. Mientras
vagábamos por un planeta baldío encontramos unas pinturas grabadas con lava en
la pared de un volcán cercano. El mensaje era claro: "Llegará el día en el
que los humanos deberán rendir cuentas por sus actos".
Como ya te dije la primera
vez que viniste a verme, el resto del mensaje fue calcinado por una súbita
erupción de volcán. Esto fue lo único que pudimos descifrar.
Bill: Pero eso sigue sin
explicar el por qué nos atacan a nosotros en lugar de a vosotros. Nosotros no
tuvimos nada que ver con aquello.
Belazar: El odio no tiene
fronteras, Efhirn. Consumirá a todo aquel que se cruce en su camino. Los Dinsk
buscan venganza contra los humanos, no harán distinciones.
Bill: Debo agradecerte tu
colaboración, Belazar. Pero todavía tengo algunas preguntas a las que debo dar
respuesta y por ello me gustaría pedirte un favor.
Una intensa luz inundó la
ciudadela del nigromante interrumpiendo súbitamente la conversación entre Bill
y Belazar. De algo que parecía un halo de luz surgieron 2 magos de batalla y el
archimago Arcan visiblemente enfadados.
Arcan: ¡¿Qué le has
contado?!
Belazar: Oh, Arcan, viejo
amigo. Hacía tiempo que no venías a visitarme. ¿Cómo está tu querida esposa? -Dijo
sonriendo maliciosamente.
Una bola de fuego se
dirigió directamente hacía el nigromante pero pudo disiparla empleando el
poder de las sombras.
Belazar: ¿Estás seguro de
que quieres empezar un combate aquí? Estas en mis dominios, aquí el poder del
Sol esta eclipsado por la sombra. Tus posibilidades de ganar son casi nulas,
archimago del Sol.
Arcan puso cara de enfado
mientras abría de nuevo un halo de luz y miraba a Bill, decepcionado por su
traición.
Belazar: Si sobrevives, ven
a verme cuando necesites respuestas. Te estaré esperando... Efhirn.
En tan solo un instante
estaban de vuelta en la ciudad del Sol, el halo de luz era en realidad un
pasaje que comunicaba dos puntos y permitía teletransportarse entre ellos.
Arcan: ¿Por qué has hecho
esto, Bill? ¿Creías que no me había dado cuenta de tus largas noches leyendo
libros en la biblioteca? Tengo ojos en todas partes, mientras estés en la
ciudad no puedes escapar de mi control.
Bill: Esa afirmación ha
sonado bastante autoritaria. ¿Tal vez se te están pegando los malos hábitos de
los Efhirn?
Arcan: Me decepcionas.
Creía que eras diferente, que tenías las mismas ansías de conocimiento que los
magos. Pero me equivocaba. Eres solo un Efhirn que se inmiscuye en todo aquello
que no le concierne.
Bill: Al contrario. Mis
ansias de conocimiento no tienen fronteras. Si hay algo que quiero saber, no
descansaré hasta obtener las repuestas que busco. Esa es la verdadera esencia
del conocimiento, la curiosidad.
Arcan: La curiosidad mató
al gato. ¿No es ese un dicho de los Efhirn?
Bill: Pero lo hizo más
inteligente.
Arcan: A costa de su vida.
Eso no es inteligencia, es estupidez.
Bill: Si eso es lo que
quieres creer, adelante. No puedo perder tiempo con explicaciones a alguien que
no quiere entender. ¿Cuándo nos vamos?
Arcan: Mañana llegarán tus
compañeros y abandonaréis Endalar. Eso fue lo que acordamos.
Bill: Si mis sospechas son
ciertas, no necesitaremos volver a este mundo nunca más. No te preocupes por
ello.
Arcan: Así sea. A partir de
mañana, los Efhirn volverán a la superficie y se desvincularan del mundo de los
magos para siempre.
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