PRÓLOGO: EL NACIMIENTO
Día 24 de diciembre de 2026, víspera de navidad. La
lluvia cae incesante sobre el suelo de Barcelona mientras las únicas luces que
encienden el cielo son los destellos de los rayos acompañados por la melodía de
los truenos. María, aguarda impaciente la llegada de su marido para poder pasar
una feliz y tranquila Nochebuena en la calidez del hogar.
María estaba embaraza de mellizos desde hace 7 meses y
esperaba con ilusión el poder ser madre mientras que su marido no hacía más que
presionarla para que fuera a abortar e incluso en algunas ocasiones llegaba a
agredirla dejándola con serias heridas y magulladuras. María no obstante se
mantenía firme y fiel a su causa, por sus hijos, para que ellos pudieran tener
una vida mejor.
Pero hoy tras la fiesta de Nochebuena con sus compañeros
de trabajo, Juan, el marido de María llegó a casa ebrio de poder y se sobrepaso
con su mujer; primero empezó con unos insultos, luego fueron empujones contra
la pared y finalmente mientras reía como un desalmado, abrió la caja de
herramientas, cogió un martillo y le golpeo brutalmente la cabeza.
María cayó al suelo medio inconsciente mientras la
sangre roja emanaba a chorros de su cabeza. En ese momento Juan se dio cuenta
de que acababa de matar a su mujer. Mientras sus piernas temblaban y retrocedía
unos pasos tambaleándose soltó el martillo manchado de sangre. Cuando este
impactó contra el suelo empezó a gritar y salió corriendo de la casa.
María estaba a punto de morir, solo su voluntad férrea
la amarraba al leve atisbo de vida que le quedaba mientras lloraba porque no
sería capaz de dar a luz a sus dos hijos. El nombre del niño iba a ser Javi
pero el de la niña aun no lo había decidido.
La oscuridad de la noche se estaba desvaneciendo y los rayos
de sol comenzaban a entrar por la ventana. María pensó que esa era la luz más
hermosa que había visto nunca así que le habría gustado llamarla Alba.
Durante un instante toda luz se apagó y ante María se
apareció un ser cuya apariencia o rostro era imposible de distinguir ya que el
rojo carmesí de la sangre había inundado sus ojos dándole una visión casi
completamente roja.
Aquel ser empezó a hablar:
-¿Quieres vivir?
El rostro de María reflejo una leve sonrisa y negó con
la cabeza.
-No… Pero quiero
que ellos vivan.
El misterioso ser cumplió el deseo de María e hizo nacer
a sus dos mellizos y se los llevo a algún lugar. Mientras la imagen borrosa de
aquel ser se empezaba a desvanecer María utilizó su último aliento para decir
una última palabra:
-Gra…cias…
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