CAPITULO 1: RUMBO HACÍA COSTAS LEJANAS
Una pequeña flota de barcos
formada por 14 navíos navegaba rumbo a las árticas tierras del norte en busca
de un lugar remoto donde poder asentarse y intentar sobrevivir al exterminio de
los Draktian.
La flota, formada en su
mayoría por mujeres y niños, disponía de provisiones suficientes para aguantar
unos meses sin problemas pero pasado ese tiempo si no encontraban alguna fuente
de alimento, la muerte era lo único que les aguardaba en esas tierras baldías.
Drew era el líder encargado
de llevar esa flota hacía su destino. Su dominio con las armas de fuego lo hacían prácticamente imbatible a corto y largo alcance. A pesar de tener 55 años, era un hombre
fuerte con un espíritu inquebrantable cuya única finalidad en aquel momento era
dar una oportunidad de vivir a todas las personas bajo su cuidado.
A su lado se encontraba su fiel
amigo Frain con el que había compartido cientos de experiencias durante las
expediciones de reconocimiento en el ejército. Tenía 5 años menos y a pesar de tener un aspecto aparentemente débil, su dominio de las artes marciales lo convertían en una persona peligrosa a la que no querrías
tener de enemigo.
Tras ellos, en la cabina de
mando estaban el resto de integrantes del grupo Phantom, un peligroso escuadrón
de mercenarios independientes que se dedicaban a ejecutar misiones de alto
secreto para la ONU.
Annie, una de las mejores
francotiradoras del mundo. Antiguamente trabajaba como asesina a sueldo. En solitario, esta mujer ha eliminado a objetivos marcados como imposibles de matar. Sus habilidades y proezas le han otorgado un pase directo para formar parte de los Phantom.
Bill, también conocido como
Brain. Bajo esa fachada de joven inocente se escondía un genio de alto calibre.
Su inteligencia fue descubierta por Astor, uno de los profesores de universidad
infiltrados del ejército que buscan a los futuros estrategas militares.
Freya, una auténtica maestra
en las armas blancas. A pesar de ser una auténtica belleza nunca ha estado con
un hombre y los que lo han intentado ahora están criando malvas en el
cementerio. El único que sobrevivió a uno de sus ataques fue Frain, quien le
invitó a formar parte del escuadrón.
Tommy, la incorporación más
reciente al equipo. A pesar de tener solo 10 años es un demonio cuando de
venenos se trata. El solo acabó con un grupo de 7 ladrones perfectamente
equipados con solo un pequeño frasco de gas. La reacción química fue tal que convirtió sus cuerpos en cenizas en
cuestión de segundos. Annie fue la que atrajo a este genio alquimista a formar parte de los
Phantom.
El resto de pasajeros eran
ciudadanos afortunados que habían conseguido escapar de sus ciudades y había podido
llegar hasta la costa. En sus rostros solamente se veía reflejado el miedo. Muchos de
ellos habían visto como sus familiares eran asesinados sin piedad a manos de los Draktian. Esas imágenes tardarán en desaparecer.
El cielo del planeta estaba
cubierto por una nube tóxica provocada por el lanzamiento masivo de las bombas
nucleares. A pesar de que eran las 12:30 no se podía ver el Sol. Mirasen a donde mirasen, lo único que les rodeaba era una profunda oscuridad.
Tommy: ¡Mirad! ¡Veo las
tierras del ártico un poco más adelante!
En ese momento un ligero
atisbo de esperanza brilló en los ojos de los supervivientes. A este paso tal
vez podrían conseguirlo. Si los Draktian no aparecían en aquel páramo helado
quizás existía la posibilidad de vivir allí.
Mientras todos prestaban
atención a la costa, se escuchó un fuerte estruendo que venía de estribor… Un
barco entero acababa de desaparecer bajo el mar…
El pánico y la
desesperación se adueñaron de la situación.
Supervivientes: ¿Un
iceberg? No puede ser… Todos vamos a morir
Supervivientes: Estábamos
tan cerca de conseguirlo… pero parece que este es nuestro destino.
Supervivientes: ¿Que nos va
a pasar a nosotros? ¡No quiero morir!
En ese momento Drew tuvo
que intervenir para tranquilizar a los pasajeros:
Drew: ¡Mantened la calma!
Todos nosotros hemos visto la muerte ante nuestros ojos. Hemos visto como los
Draktian descuartizaban a muchos de nuestros seres queridos. Se han perdido un
número incontable de vidas… pero por eso mismo tenemos que llegar a la costa.
Somos los últimos supervivientes de la humanidad. El peso del futuro de nuestra
raza esta sobre nuestros hombros. No podemos permitirnos caer aquí… No aun…
Pero antes de que terminara
la frase, otro barco se hundió. Esta vez Drew pudo ver al culpable…
Drew: Oh no… ¡BILL! ¡¿Qué
demonios era eso?!
Bill: Aunque parezca
mentira creo que nos encontramos frente al Leviatán, un gigante marino que
aparece en el Antiguo Testamento que habita en los mares y se ha cobrado la
vida de muchos marineros incautos.
Drew: Pero que cojones ¡¿Es
real?!
Bill: Tengo una teoría: La
nube tóxica generada por las bombas nucleares ha bloqueado la luz del Sol y ha
sumido al planeta en una oscuridad profunda muy similar a la que existe en las
profundidades marinas. El Leviatán, que siempre ha habitado en las profundidades,
ha visto ampliado su reino y ha sido capaz de emerger hasta la superficie.
Drew: Eso no me interesa
para nada. ¡Lo que quiero saber es si podemos derrotarlo!
Bill: Imposible. Si las
leyendas son ciertas, su piel es demasiado dura como para ser atravesada por
nuestras armas.
Drew: ¡Annie! ¿Algún
resultado?
Annie: Es inútil. Ni
siquiera las balas explosivas consiguen atravesarle.
Drew: Bill, ¿qué podemos
hacer?
Bill: No tenemos más
remedio que abandonar los barcos e intentar alcanzar la costa en los botes. Una vez allí
deberíamos estar seguros.
Drew: ¿Abandonar los
barcos? Pero todas nuestras provisiones están aquí. En los botes no podremos
cargar casi nada. Si el Leviatán no nos mata, moriremos de hambre.
Bill: Pero al menos tendremos
una posibilidad, Drew. No podemos hacer nada contra semejante criatura. Toma
una decisión. Elijas lo que elijas, los Phantom obedeceremos.
Drew: ¡Tsk! ¡Retirada! Que
los supervivientes monten en los botes y se dirijan hacia tierra. Frain y yo
nos quedaremos aquí e intentaremos cargar provisiones en algunos botes antes de
ir a tierra.
Todos escucharon las
órdenes de Drew y se apresuraron a cumplirlas. En aquel momento cada segundo
era vital.
Ya solo quedaban 6 barcos de los 14 que había inicialmente. Pronto
todos los barcos acabarían durmiendo bajo el mar.
Frain y Drew empezaron a
hacer viajes entre la bodega y los 3 botes restantes para cargar el máximo
número de provisiones posible. Las fisuras del barco cada vez eran más grandes
y era solo cuestión de tiempo hasta que el barco se hundiera.
Drew: ¡Frain! Nos largamos
de aquí.
La cuerda del último bote
se había soltado y Drew no podía ver nada con toda esta oscuridad. Un grito
atronador hizo que Drew y Frain cayeran aturdidos al suelo. Cuando se recuperaron
del impacto lo único que vieron fue al enorme leviatán avanzando hacía su barco.
Ambos saltaron al agua
segundos antes de que el barco se hundiera pero solo Drew consiguió subir al
bote. A Frain no se le veía en ninguna parte.
Drew: Maldita sea, no puedo
ver nada con esta oscuridad.
Frain: ¡Oye, oye! no me des
por muerto tan rápidamente, Drew.
Frain había conseguido
agarrarse a la parte inferior del bote y pudo evitar ser arrastrado por la
corriente. Ahora empezaron a remar para llegar a la costa lo más rápidamente
posible.
Drew: Aun no estamos
fuera de peligro. Esa cosa sigue ahí abajo. Vámonos antes de que se
canse de jugar con nuestro barco.
Una vez llegaron a tierra,
todos se pusieron en marcha en busca de alguna cueva donde poder descansar. El
grupo de supervivientes se había reducido todavía más, la comida apenas duraría
una semana y por si fuera poco la gente estaba aún más aterrorizada que antes.
El camino no sería fácil
pero por lo menos tenían algo que millones de personas no tenían: una
oportunidad de vivir.
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