CAPÍTULO 5: EL DESTINO DE ALBA
Desde que comenzó la guerra en
Windfair los unicornios han estado sufriendo la mayor parte de los ataques. Los
guerreros se entrenaban día y noche sin descanso para combatir a las pingüinas
y a sus incansables asedios a las aldeas cercanas.
Cuando las pingüinas atacaban lo
hacían sin piedad. Congelaban los establos y asesinaban a todos los habitantes
dejando tras de sí un autentico rio de sangre inocente y un paisaje
desolador. También secuestraban a
algunos bebés unicornios y los usaban como rehenes para hacer caer a los
unicornios en sus macabras trampas.
Los ataques eran cada vez más
frecuentes y los hacían simultáneamente en varios lugares para dividir a las
tropas de unicornios y menguar su poder de ataque. A pesar de que gracias a los
ositos conseguían resistir la mayoría de los ataques, las bajas en sus filas comenzaban a hacer
mella en el ejército de los unicornios.
A los nuevos reclutas se les
enviaba demasiado rápido a la guerra y su falta de experiencia y entrenamiento
muchas veces los conducía hacía una muerte inevitable.
La guerra estaba a la orden del día
y no paraban de llegar noticias a la capital de los unicornios, Tensora, donde
Alba residía actualmente con 10 años debido a un ataque de las pingüinas a la
aldea donde fue acogida cuando solo era un bebé.
En ese incidente su madre adoptiva
murió y su padre se hizo daño en una pata mientras intentaba salvarla. A pesar
de tener su pata en mal estado consiguió cruzar todo el desierto de las
estrellas hasta llegar a Tensora donde se desmayó de agotamiento.
Alba quería ser útil para su pueblo
pero cada vez que iba a los campos de entrenamiento los unicornios vigilantes
le prohibían la entrada. No solo era demasiado pequeña sino que además era
diferente al resto y no disponían de ninguna armadura de su tamaño y forma que
le pudieran prestar.
Las armaduras de los unicornios
estaban diseñadas para el cuerpo de un equino, no de un humano. Y desde luego
las armas no eran ni mucho menos pequeñas y manejables para Alba.
Un día, harta de tanta burla y ansiosa
por ayudar a los unicornios solicito una audiencia con la Reina Syria para
pedirle ayuda.
Normalmente la Reina estaba muy
ocupada por los tiempos difíciles que atravesaba su pueblo y no concedía
audiencias a nadie. Pero la curiosidad de conocer a aquella criatura diferente
al resto de unicornios hizo que cambiara de parecer e hizo una excepción para
Alba.
La reina era un unicornio
majestuosa. Su sola presencia en el campo de batalla ya inspiraba valor a sus
aliados y auténtico terror a sus enemigos. Siempre andaba ataviada con una
armadura repleta de joyas mágicas que le daban el poder de apoyo que su
ejército necesitaba.
La reina había oído cosas sobre
aquella extraña criatura que convivía desde hace 10 años con el resto de
unicornios pero nunca la había visto.
Cuando Alba vio por primera vez a
la Reina Syria no sabía qué hacer y estaba tan nerviosa que no sabía cómo
reaccionar. ¿Inclinarse? ¿Ponerse a cuatro patas y agachar la cabeza? ¿O
simplemente dejar que la Reina le indicase el protocolo a seguir? Los nervios
le jugaron una mala pasada y Alba acabó haciendo de todo un poco. La Reina al
ver las tonterías que estaba haciendo se empezó a reír.
Syria: Jajajajaja ¿Pero qué
estás haciendo?
Alba: Mis disculpas su majestad pero es que no sé cómo debo saludar
a la gran Reina de los unicornios. Estoy muy nerviosa y por eso… (Qué
vergüenza, seguro que ahora piensa que le estoy faltando al respeto y me echa
de palacio).
Syria no pudo aguantar y se empezó
a reír aún más.
Syria: Está claro que aunque
somos de razas diferentes, los niños siguen siendo niños. En este y en
cualquier otro mundo jajajajaja. No hace falta que actúes tan formal conmigo.
Has vivido 10 años con mi gente y eso ya te hace una de los nuestros. ¿Y bien…
a que debo el honor de esta visita tan peculiar?
Alba no titubeo ni un instante en
pronunciar estas palabras y responder a la pregunta de su majestad:
Alba: Quiero luchar con el ejército de los unicornios y quiero ser
de ayuda para esta gente.
Tras esta respuesta la cara de
Syria pasó de tener una sonrisa a reflejar una seriedad abrumadora.
Syria: ¿No crees que eres muy
pequeña para luchar con el ejercito? ¿Qué razones tienes para querer poner tu
vida en peligro por nosotros? He escuchado sobre la tragedia del establo norte
y sé que perdiste a tu madre durante el ataque… ¿Acaso buscas venganza por la
muerte de tu madre?
Alba: No es venganza lo que busco. Desde que tengo memoria lo único
que he visto ha sido muerte y destrucción. Nunca he visto a los unicornios con
una sonrisa en el rostro, divirtiéndose y jugando. Sé que tiene que existir
alguna manera de parar esta guerra y también se que existe un mundo de los
unicornios lleno de paz y harmonía. Y mi sueño es ver ese mundo.
Syria: Veo en tus ojos la
sinceridad y la fuerza del más fuerte de los guerreros. Me has hecho recordar
porque estamos luchando en esta guerra. No es solo para proteger nuestro hogar o nuestra familia, luchamos para
recuperar la luz de Windfair. Y tú, jovencita, eres quien nos guiará hasta esa
luz.
En
nombre de todos los unicornios de Windfair, te doy las gracias.
Los guardias del palacio y la
mismísima Reina se inclinaron ante Alba en señal de reconocimiento. Acto seguido la Reina le otorgó un medallón
con el distintivo del ejército.
A pesar de haber sido reconocida
como miembro del ejército, aun era necesario conseguirle una armadura y arma de
su tamaño. La Reina necesitaba tiempo para pensar en alguna forma de
conseguirlas y le dijo a Alba que se fuera a descansar mientras pensaba en
ello.
Pasaron 3 días y 3 noches y Alba
seguía sin saber noticias de la Reina. Al cuarto día Alba se despertó por el
sonido de una trompeta imperial en la calle del comercio y salió corriendo para
ver si era la Reina.
Cuando salió de casa en vez de ver
a Syria se encontró a una especie de criatura del bosque mirándola fijamente y
sonriendo.
-Tú
eres Alba-gra?
Alba: Sí, soy yo. Y tu quien eres?
-Mi identidad en este momento no es importante-gra. Tienes que venir
conmigo-gra. La Reina me ha pedido ayuda y aquí estoy-gra.
Esa criatura que acababa todas sus
frases con un “gra” parecía un Trebu, un ser mitológico del que hablan las
leyendas de Windfair. Se dice que antaño los Trebu eran los sirvientes de los
poderosos Ormag, unos bichitos que tenían poderes mágicos cuya función era la
de proteger las plantas y bosques de Windfair.
Además de proteger los bosques y
plantas, eran los encargados de proteger Seediria : una ciudad legendaria que
fue construida alrededor de la fuente de la vida y que dio nombre a la ciudad.
No obstante durante la segunda Era,
Seediria fue asediada brutalmente por unos enemigos que querían apoderarse del
poder de la fuente. Para proteger toda
la vida de Windfair, los Ormag se sacrificaron a sí mismos y se extinguieron. Ese episodio de la historia de Windfair es
conocido como “Lagrimas de sangre”.
El trebu sacó un poco de polvo que
llevaba dentro de una bolsita marrón y dibujó un extraño círculo mágico en el
suelo. Cuando Alba estaba despistada el trebu la agarró del brazo, se introdujeron en el círculo y desaparecieron.
Cuando Alba despertó se encontraba
tirada en el suelo en un lugar que nunca había visto. A pesar de que conocía el
mapa de Windfair perfectamente aquel bosque no le resultaba familiar. Era un
bosque precioso y lleno de vida. Las copas de los árboles bloqueaban la luz del
sol pero entre los huecos de las hojas se podía ver el hermoso cielo azul.
Alba después de contemplar admirada
la belleza de aquel lugar decidió explorar los alrededores. Su memoria estaba
un poco confusa por la teletransportación y solo recordaba haber entrado en
aquel extraño círculo que el trebu dibujó… ¡el trebu! -Gritó Alba en su mente-
Seguramente él podría decirle donde estaba pero… no parecía que estuviese allí.
Por más que caminara tenía la
sensación de que solo estaba dando vueltas en círculos y no conseguía avanzar.
Tras una larga exploración de aquella parte del bosque decidió sentarse en la
hierba para pensar que haría a continuación.
A los 10 años estaba perdida en un
lugar desconocido y completamente sola. El problema de la comida y el agua
estaba solucionado ya que el bosque era todo un paraíso natural pero lo
verdaderamente extraño era que no había ni un alma… ni siquiera insectos.
Aunque lo que más preocupaba a Alba era como volver a casa.
Al caer la noche escuchó una
melodía que venía de una parte más oscura del bosque. Alba embelesada por
aquella música se adentró sin darse cuenta en lo más profundo del bosque. Allí
encontró a una criaturita que parecía una araña pero tenía alas y estaba
volando por lo que no podía ser un araña.
El bichito enseguida se percató de
la presencia de Alba y se adentró en el agujero de un árbol caído y siguió
cantando lejos de la mirada de la joven Alba.
Alba: ¿Qué eres? ¿Por qué estas cantando aquí solo en el bosque?
El bichito hizo caso omiso a las
palabras de Alba y siguió cantando, esta vez más fuerte. Y Alba ya enfadada se
puso a gritar también:
Alba: ¿¡No me oyes!? ¡No sé donde estoy y me gustaría volver a
casa! ¡Tengo frío y este bosque es demasiado solitario y me da un poco de
miedo!
La melodía de la canción que estaba
tocando la criatura cambió de repente y las hojas del suelo se empezaron a
arremolinar junto a Alba en forma de manta y la arroparon para que no tuviera
frío. Además de debajo de la tierra aparecieron un montón de luciérnagas que
iluminaron todo el bosque para que no tuviera miedo.
Alba no podía creer lo que estaba
viendo. Esto ha tenido que ser obra de esta criatura. Alba se giró para darle
las gracias y hablar con aquel bichito pero para su sorpresa ya no estaba allí.
Alba intentó aguantar despierta un poco más para ver revolotear a las
luciérnagas pero al final cayó dormida por el cansancio.
Cuando se despertó el bosque estaba
sumido en una profunda oscuridad salvo por las luciérnagas que aun estaban
volando cerca de Alba. Desde aquella zona no se avistaba ni el más ligero rayo
de luz así que era imposible saber si era de día o no. Era como si esa parte
del bosque viviese siempre una noche eterna.
Las luciérnagas se fijaron en que
Alba había abierto los ojos y formaron un camino de luces con flechas indicándole
que lo siguiera.
Alba entretenida por aquel
espectáculo de luces tan divertido y peculiar no dudo ni un instante y se
aventuró hacía la parte más profunda del bosque siguiendo el camino de las
luciérnagas. Tras varios minutos caminando llegó a un claro del bosque donde
había una hermosa fuente iluminada por un gran haz de luz.
¿Por qué las luciérnagas la habían
traído a ese lugar? ¿Dónde estaba el trebu que la trajo aquí? A medida que
pasaba el tiempo lo único que conseguía era formularse más preguntas sin
respuesta. Por el momento decidió investigar el claro en busca de alguna pista.
En el centro de la fuente había una
roca bastante desgastada con una inscripción antigua. A pesar de la erosión y
el paso de los años aun se podía leer: Que esta fuente se convierta en el
corazón de Seediria y que la conduzca a un futuro de prosperidad lleno de luz.
Alba no podía creer lo que estaba
viendo. ¿Seediria? ¿La primera ciudad de Windfair y la fuente de vida del
mundo? ¿Acaso había viajado al pasado? ¿O quizás Seediria no fue destruida y
las leyendas eran falsas?
Lo que sí que estaba claro es que
ahí no había ciudad alguna, ni siquiera unas ruinas o restos de civilización.
Solamente había una fuente que rebosaba vida… en medio de un claro… iluminado
por el haz de luz del sol.
Alba se mostró reacia a creer algo
así sin pruebas pero la piedra parecía muy antigua… quizás sí que podía
tratarse de Seediria.
De repente volvió a escuchar
aquella melodía pero esta vez no había ninguna criatura cantando… era como si
todo el bosque estuviera cantando a Alba y le pidiese ayuda… las ramas de los
arboles apuntaban en una dirección y las hojas danzaban con el viento
empujándola hacía la fuente… querían que
Alba entrase en la fuente.
Se dejó llevar por la canción y entró a la fuente:
Cuando entró en la fuente, esta se
comenzó a vaciar ante sus ojos y el agua se filtró por la tierra. En tan solo
unos segundos Alba se encontraba junto a la roca en una fuente de piedra que se
había secado.
Como por arte de magia en todo el
claro aparecieron una especie de cañerías que empezaron a lanzar agua en varias
direcciones. Cuando las gotas de agua caían sobre la hierba parecían seguir un
camino invisible que se iba revelando cuanta más agua caía.
La hierba que era tocada por el
agua comenzaba a emitir una intensa y preciosa luz azul que iba revelando una
especie de símbolos mágicos a medida que avanzaba. Aquel espectáculo luminoso
dejó a Alba sin palabras.
Cuando el agua dejó de fluir, en el
suelo se podían observar unas palabras escritas en una antigua lengua que Alba
no conocía.
Esa
es la antigua lengua de nazriel-gra […] dijo una misteriosa voz.
Alba se giró aterrorizada por el
susto y no pudo hacer nada más que gritar:
Alba: ¡AAAAAAAH!
- La bestia dio un salto asustada y
gritó - ¡Graaaaaaaaa!
Alba: ¡¿Quién…
eres?!
Artex: Soy un humilde siervo de los Ormag y me llaman Artex –gra.
Alba: E-Eres el trebu que me trajo a este lugar. ¿Por qué
apareces ahora? ¿Qué es este lugar?
Artex: Todas las preguntas tendrán su respuesta a
su debido tiempo-gra. Más importante aun…
¿no quieres saber qué es lo que dice el mensaje-gra?
Alba: ¿Tu entiendes este idioma?
Artex: Por supuesto-gra. El
nazriel era la lengua de los Ormag-gra. El mensaje dice:
Quien
venga a este lugar en busca de riquezas y poder nada encontrará,
ya que la puerta de Seediria nunca se le
abrirá […]
Alba: ¿Entonces aquí está Seediria? ¿Por qué nadie puede entrar?
¿Hemos viajado al pasado?
Artex se acercó a Alba y le dio una
colleja.
Artex: ¡Silencio-gra! Aun no
he terminado de leer el mensaje:
[…]
La puerta de Seediria nunca se abrirá pues tu corazón de dudas plagado está.
Solo
a aquel con el poder de la luz se le
permitirá entrar
y de
Seediria no saldrá jamás.
Mientras
las aguas de la vida le muestran la verdad
el
poder de su corazón también florecerá
y
cuando eso suceda una lágrima caerá
que
llenará Seediria de plena felicidad.
Cuando acabó de pronunciar estas
palabras el agua regresó a la fuente y empezó a rodear el cuerpo de Alba hasta
dejarla sin aire y ahogarla.
Antes de morir ahogada pudo
escuchar la voz del trebu que decía:
En tu interior hallarás la respuesta-gra.
Cuando Alba se despertó se
encontraba en un lugar un tanto tétrico, lleno de oscuridad y completamente en
ruinas. Parecía como si toda la vida del lugar se hubiera… extinguido.
Alba: Supongo que esto es el más allá – Pensó Alba.
- No exactamente.
Una cara familiar se presentó ante
ella. Era aquella criatura que estaba cantando en el bosque. ¿Qué estaba
haciendo en este lugar?
- Permíteme presentarme: Soy uno de los antiguos Ormag, o al menos la
voluntad de uno de ellos. Como puedes ver soy un espíritu de energía. Mi cuerpo
ya no está aquí y mi alma sigue atada a este mundo.
Alba: Espera… ¿entonces estoy muerta?
-
Sí, lo estas. Pero solo en parte. Al morir ahogada en la fuente de la vida tu
cuerpo se ha evaporado y solamente a tu alma se le ha permitido entrar aquí.
Normalmente aquellos que entran a la fuente y leen la inscripción simplemente
mueren pero tú por alguna razón estás aquí. Si miras a tu alrededor verás que
este entorno te resulta familiar.
Cuando Alba alzó la vista vio que
estaba en una ciudad que no reconocía en absoluto pero cuando miró atrás vio
que estaba en la misma fuente que se la había tragado hacía solo unos minutos.
Pero no era como la recordaba… estaba llena de grietas, seca y no se parecía en
nada a la fuente colorida que había visto antes.
-
Te encuentras en la antigua ciudad de Seediria, hogar de los Ormag y lugar de
nacimiento de todas las razas de Windfair. O mejor dicho… lo que queda de ella.
Alba: He oído que todos los Ormag desaparecieron. Y que Seediria
fue completamente destruida. Pero nunca me imagine que vería la ciudad con mis
propios ojos.
-
Las leyendas de Windfair tienen parte de verdad y parte que no lo es. Es tu
deber descubrir que parte es la verdad y tengo la sensación de que por eso
estas aquí. Creo que eres aquella que posee la luz; la única persona a la que
se le permite la entrada en Seediria. Pero… me temo que jamás regresarás.
Alba recordó las palabras del
trebu: “Solo a aquel con el poder de la luz se le permitirá entrar y de
Seediria no saldrá jamás”.
Alba: ¿Entonces qué debo hacer?
La criatura había desaparecido de
nuevo. Alba se encontraba sola en las ruinas de Seediria. Una autentica ciudad
fantasma perdida en el olvido y con un trágico final.
Pero Alba sabía que no podía
quedarse allí sin hacer nada. Se levantó y con la vista puesta en el horizonte
empezó a caminar. Tenía que descubrir lo que realmente paso en esta ciudad.
Tenía que descubrir la verdad de Seediria.
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